Regreso al silencio
REFLEXIÓN
Emmanuel Mata
5/5/20257 min read


¿Acaso alguna vez hemos estado en silencio? Es decir, ¿Acaso en serio alguna vez no hemos escuchado absolutamente nada? Ahora, mientras realizo este trabajo, acomodé mi espacio tal y como me gusta: ventana abierta, mesa vacía y luz tenue. Esto lo hago con el fin de lograr un ambiente relajado y silencioso, ya que soy muy disperso y me es sumamente esencial la ausencia del exterior, sin embargo, ya que estoy tal y como quiero, no logro relajarme porque hay un ruido constante y molesto que me acosa: mi voz interior.
Parece imposible escapar de la mente porque la mente es justamente lo que nos hace humanos, es ese exceso de reflexión innecesaria lo que nos separa del mundo natural y crea el ego, la conciencia de nosotros. Mientras más una persona piensa más extraño les parece el instinto y por eso quiere buscarle un motivo a todo, una razón de ser (al menos es así en el mundo occidental). Por eso mismo, hoy en día hay una sociedad frívola e indiferente, nos hemos concentrado tanto en nosotros mismos, en la humanidad, que nos hemos olvidado de lo animal, del vínculo con el otro que no necesariamente debe ser de otro ser humano.
Regresemos a mi pregunta inicial ¿Acaso alguna vez hemos estado en silencio? Después de todo lo que dije, después de que resalté eso de que la mente nos sigue constantemente, porque eso es lo normal en nosotros, aún con eso, me atrevo a decir que el humano sí puede estar en completo silencio y, de hecho, es más fácil de lo que uno cree. Nuestra mente puede ser una excepción de la naturaleza (o error), pero nuestro cuerpo no. Nuestro cuerpo es tan natural que viola los mandatos de la mente y sigue el instinto. Por lo tanto, para estar callados, necesitamos algo que nos saque de la mente y nos regrese a la carne y creo que la mejor opción para lograr eso es la violencia.
La violencia no es más que el regreso al cuerpo. Cuando nuestra supervivencia peligra, cuando vivimos en una zona tan hostil que tenemos que estar todo el día verdaderamente pendiente de nuestro alrededor, en esos momentos la reflexión no sirve de nada, son esos momentos cuando agradecemos de que nuestro cuerpo sea totalmente sensorial. Incluso no es necesario estar en zona tan hostil, cualquier dolor pequeño nos saca de nuestro ego; hasta el individuo más inteligente puede vacilar al momento de encontrarse (recibirlo o verlo) en un accidente. Para sobrevivir nos convertimos en animales.
Aunque esto no es más que un ideal con cierta verdad: hablar de violencia sin padecer violencia, porque esto es tan impactante e injusta que me gustaría decir que no la necesitamos, sin embargo es un hecho innegable que la violencia provoca cierto silencio, silencio necesario para regresar a la humanidad. Es por eso que ahora analizaré literatura violenta. La poesía de la violencia siempre es tan directa y ruda, es así porque no necesita reflexión. Mientras más violento más silencio provoca.
Paul celan fue un judío atrapado por los nazis y, por lo tanto, enviado a campos de trabajo. Justamente su poema Fuga de muerte nos habla sobre su experiencia en esos lugares de terror. No podemos negar la atrocidades cometidas por lo nazis hacia los judíos, como tampoco podemos negar la violencia del poema de Celan. Desde el inicio nos sentimos en un ambiente hostil, el poema repite continuamente la palabra "bebemos" ¿qué tan sofocante debe ser no parar de beber? Es cierto lo que dice Juan José Arreola en su libro La educación, “los humanos somos expertos en transformar todo en vicio" tenemos como una naturaleza a la autodestrucción, pero en este caso nada es voluntario, los obligan a beber y no necesariamente agua, sino muerte.
"Leche negra del alba la bebemos" La leche es nuestro primer alimento, es lo básico de cualquier ser vivo para crecer, pero en este caso no es una leche blanca, una leche de vida, es una leche negra y como lo contrario de lo blanco es el negro, lo contrario de la vida es la muerte. Les obligan a beber la muerte desde el alba, el amanecer, hasta el ocaso, el anochecer. Beben la muerte todos los días sin parar, hasta el hartazgo, hasta el vicio. En este poema también conocemos a los verdugos y no precisamente son monstruos, sí, es cierto, son autoritarios y crueles, pero también son educados e inteligentes. "Vive un hombre en la casa que juega con serpientes, él escribe" Escribir es un acto humano, como ya mencionamos antes, la reflexión es la entrada al ego, por lo tanto, la escritura es la sobrereflexión, es el ultraego, entonces, el verdugo es humano, no es monstruo. Muchas veces es más fácil pensar que nuestro atormentador es algo amorfo, algo fuera de lo conocido, algo inhumano, pero no, los verdugos siempre son seres como nosotros, entonces ¿Cuál es la diferencia entre la víctima y el victimario? Seguramente la suerte, seguramente el juego de poder. Lo único que hace el verdugo del poema es dar órdenes y esperar a que sean cumplidos. "Escribe y luego sale de la casa y brillan las estrellas, le silba a su jauría, le silba a sus judíos pide que caven una tumba en tierra, nos ordena tocar hasta bailar."
El resto del poema es una repetición de ese acontecimiento. Ahora bien, el título del poema es "Fuga de muerte", podemos pensar que la palabra fuga se refiere a huir o escapar y sí,el poema hace que fácilmente se puede interpretar como escapar de muerte, sin embargo, en esta caso la palabra fuga también se puede referir a la fuga musical. Fuga en la música pasa cuando una voz canta y poco después entra una segunda que imita a la primera voz, y después entra una tercera haciendo lo mismo y puede seguir así. Podemos decir que la fuga musical es una repetición. Fuga de muerte también puede entenderse como la repetición de la muerte y, en este caso, a la muerte encontrarse tan normalizada y concentrada, porque es un campo de concentración, esta repetición elimina la identidad del individuo volviéndose un número más. Y con esta idea de violencia como pérdida de la identidad pasamos al nuestro segundo poeta.
Tal y como dice Villoro en su Ensayo sobre el silencio: “el lenguaje nos ayuda para sustituir el mundo” y tiene razón, pero entonces el silencio también nos puede ayudar para sustituir la falta del mundo, hace evidente que algo está mal o que algo falta. El silencio es la negación de las palabras, la negación de la vida. La violencia sí puede silenciar el pensamiento del individuo, pero también puede silenciar al mismo individuo evidenciando su muerte. Esto es lo que pasa en la poesía de Aimee
Revisemos la violencia en la poesía de Aimé Cesaire. Es cierto que Cesaire en sí no sufrió tanto la opresión y discriminación que aconteció su lugar natal, sin embargo, sí padeció la discriminación que siempre sufren las personas negras, además, por ser una persona educada en las letras y la política, sabía que las injusticias de la dictadura que dominaba su patria, tenían un único fin político. Si analizamos su poema La conquista del Alba, encontramos un tipo de violencia que anula al individuo.
Al igual que con Celan, este poema inicia fuerte: "Morimos nuestra muerte", usualmente vemos la muerte con el fin de la vida sin embargo, aquí la vida queda como una consecuencia de la muerte; la vida no significa, lo que significa es la muerte, por lo que no vivimos para morir, siempre estamos muriendo. Esta frase inicial del poema nos obliga a ponernos en el espacio de la decadencia, de la constante podredumbre. Nosotros somos una escultura de arena que, por la acción, se va deshaciendo y lo peor de todo es que nuestro movimiento no es por nosotros mismos, son otros los que toman control de nuestra vida y nos obliga a trabajar bajo la excusa de "prosperar", y estos dominadores del destino, los nuevos dioses, se jactan de tener control absoluto sobre nosotros.
Si la violencia y la repetición del poema de Celan llegaba a anular la identidad de los martirizados, aquí se hace total el silencio y con esto confirmamos que todo está mal. Posiblemente esta completa anulación se debe a que el espacio de tortura es más amplio que en un campo de concentración, la interacción para la tortura es menos directa y los acosadores ya no son monstruos visiblemente tangibles, son fantasmas que siempre están, entes que son capaces de entrar en nuestro físico y percepción cotidiana. Su influencia ya está en nuestra casa, en nuestras salas, el miedo y persecución nos recuerda que todo está hecho en la constante del agotamiento.
El sufrimiento que padecen, la esclavitud en la que viven es permitida por todos aquellos que están en contra del maltrato humano; todos aquellos que atienden la estética del buen ciudadano, lo permite; aquellos que disfrutan su vida, lo permiten; aquellos que deciden cerrar lo ojos y dicen que no pasa nada, lo permiten. Y de vez en cuando pasa una atrocidad que la sociedad no puede ignorar o que el interés al crimen encaja con un interés político y económico, que los demás, los disque afortunados exigen justicia hasta que la moda pase. "Maravillosa muerte de la nada" Como dice Enzo Traverso, al ser esta una historia de las minorías, de las memorias débiles, a nadie le importa lo que les pase, como decimos muchos: solo son personas desafortunadas.
Bibliografía
Arreola, Jose. La palabra educación. Laberiento ediciones, México, 2017.
Celan, Paul. Fuga de muerte.
Cesaire, Aime. La conquista del alba
Sontang, Susan. Estética del silencio
Traverso, Enzo. Historia y memoria. Notas sobre un debate
Villoro, Luis. La significación del silencio
LinkedIn del autor https://www.linkedin.com/in/emmanuelmatarios/
Foto de Daniele Colucci en Unsplash
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